„SOLO LA VIEJA MISA“
–EXEGESIS DE UN LEMA–
por
Eberhard Heller
traducción de Alberto Ciria
Esta fórmula: „sólo la vieja misa“, que todos los tradicionalistas de
corte econista levantan como estandarte, parece ofrecer muchas
ventajas: reúne todos los niveles y toda la diversidad de las reformas
vaticanas y concentra la resistencia frente a ella en el punto
decisivo. Justifica la rebelión contra la jerarquía eclesiástica y
disculpa la permanencia en la vieja y venerable „Iglesia“
católico-romana. Y suena objetiva, ajustada y modesta: lo único que se
quiere es la vieja misa. Al fin y al cabo, todas la peticiones al
„Santo Padre“ Juan Pablo II tienen sólo un único objetivo: la
reautorización de la vieja misa. (Véase la „Hoja de comunicado de la
Hermandad de Sacerdotes Pío X“ de septiembre de 1980). Más que eso no
se quiere.
Hágase el favor de no infravalorar la dinámica y la fuerza de
persuasión de este lema, pues encierra todo el programa de los
tradicionalistas. Sí señor: todo el programa, como veremos en seguida.
„Sólo la vieja misa“, y todos los problemas se resuelven solos.
Y sin embargo afirmo: nada más mojigato, más falseador, más
simplificador de los problemas (y por tanto más atenuador de la
situación) y más adormecedor de la auténtica resistencia que este lema.
Dicho brevemente: por eso se ha convertido en la cómoda excusa de todos
los lastimeros y en el grito de batalla demagógico de todos los
moderados y los incendarios tradicionalistas.
Se me repondrá: ¿pero no ha emprendido EINSICHT desde su comienzo una
lucha por la vieja misa? Mientras todos los demás no hacían maás que
lamentarse, ¿no surgió en Múnich, en la Baaderstraße (calle en Munich),
el primer centro de misa en el ámbito de habla alemana precisamente
para garantizar la continuidad del santo sacrificio del altar, para que
la Iglesia y los creyentes pudieran conservar el sacramento más central
para su expiación y para su santificación? Por supuesto. Pero al mismo
tiempo siempre hemos remarcado y declarado que de la introducción de
una misa inválida se derivan ipso facto consecuenci˝as para el
promulgador, para los protectores y para la institución que representan
y dentro de la cual se ha introducido esta chapuza sacrílega: con la
apostasía de la fe va unida ipso facto la pérdida del ministerio y la
profanación de la institución de la Iglesia. Pues la Iglesia, fundada
por Cristo como institución para procurar la salvación (y esto
significa en lo más íntimo y decisivo: la custodia de la posibilidad
sacramental de unificarse real e inmediatamente con Dios y sellar con
El la nueva aliˇanza), conforme a su esencia, es sagrada, y ha de
seguir siéndolo si es que quiere seguir siendo institución de Cristo. Y
sólo a la Iglesia verdadera, es decir, a la institución que El fundó,
que „guarda todo lo que El mandó“, sólo a ella Cristo le ha confiado el
sacrificio del altar y le ha dado poderes plenos para celebrarlo y
administrarlo a los creyentes. Que una organización que se ha propuesto
destruir la obra salvadora de Dios en su punto más central está obrando
sin Su autorización y que por consiguiente no se le puede reconocer la
legitimación de la Iglesia verdadera, debería ser inmediatamente
evidente. Es decir: la verdadera Santa Misa sólo en la Iglesia
verdadera. La destrucción de la Santa Misa nunca la hemos considerado
como algo aislado.
A quien este razonamiento le parezca demasiado abreviado o no del todo
claro, que se acuerde del hecho de que también los sacerdotes del
Palmar de Troya leen „sólo“ la vieja misa. (Nota bene: incluso señor
Anton Holzer, el colaborador del profesor de Universidad Dr. M. Erren y
actual teólogo de turno de la señora Dr. Gerstner, en un manuscrito que
yo tengo piensa que a partir de las informaciones que se tienen no se
puede discutir la validez de las consagraciones del Palmar.) Pero
seguro que –con buenos motivos– muchos creyentes se niegan a asistir a
estas misas celebradas por sacerdotes del Palmar, y no sólo por una
cuestión emocional o por predilección por el bando de Lefebvre. Pero si
se tratara sólo de la vieja misa, no habría motivo alguno para evitar
las misas celebradas por esta secta. Bajo la condición establecida de
„sólo la vieja misa“, ¿qué motivos habría para dar la prioridad a esta
o a aquella celebración? ¡Ninguno! ¿En qué habría de diferenciarse una
misa de lefebvristas de una de los palmarianos? Sí, se dirá, la gente
del Palmar tienen la condición de una secta y no está permitido recibir
los sacramentos que ellos administran. ¡Concedido! Pero que unos
veneren como Santo Padre al charlatán de Clemente, que se ha nombrado
Papa a sí mismo, o que los econistas veneren como tal al obispo
apostasiado Wojtyla, y que pretendan hallarse en comunidad de fe con
uno o con el otro, los pone a ambos fundamentalmente en el mismo nivel:
en el nivel de una secta.
Evidentemente hay un motivo legítimo por el cual hay que evitar la
participación en las misas celebradas por sacerdotes del Palmar, y es
simplemente porque esta secta se sirve sin autorización de la propiedad
de la Iglesia verdadera, y por tanto comete una contravención. ¿Y
Monseñor Lefebvre? El conserva algo que, a causa de su pertenencia
explícitamente deseada a la asociación apóstata, no le pertenece. Por
eso, en tanto que „sólo“ conserva la vieja misa, su infringimiento no
es menor. Quizá baste con mostrar este único aspecto para que alguno se
vuelva ya un poco más lúcido. ¿„Sólo la vieja misa“? Tan fácilmente no
se resuelve nada.
Habría que suponer que, a causa de que los puntos débiles son en lo
fundamental los mismos, frente al Palmar Econe sería más reservado en
sus críticas. Entre tanto, nada es más asombroso que el hecho de que
precisamente aquellos que viven en una urna de cristal, a saber, los
econistas, arrojen piedras, es decir, prevengan de visitar las misas
celebradas por sacerdotes del Palmar. (Entre tanto los palmarianos
tampoco se han quedado con las manos en los bolsillos, y su jefe
Clemente ha „excomulgado“ directamente a Monseñor Lefebvre y a sus
seguidores. Ya se ve que la sátira va a todo trapo.) ¿Rivalidad? Este
supuesto aclara demasiado poco. ¿Qué motivo tiene pues la gente que
rodea a Marcel Lefebvre para ir contra los palmarianos o bien contra
los clementistas, ellos, que reconocen en el hereje Wojtyla la cabeza
de la Igleisa católico-romana (que él es en todo caso un hereje en lo
material lo concede incluso el propagandista de Econe, el párroco
Milch), y que presuntamente pretenden sólo la vieja misa (bajo la
jurisdiccón de los „obispos“ de la Reforma), para despreciar al grupo
del Palma de Troya calificado con razón de secta? En primer término y
con toda seguridad para poder distanciarse de ellos bajo el nimbo de la
legitimidad, y para sugerir a sus adeptos la impresión de pertenecer a
la „Iglesia“ verdadera. Nota bene: si de verdad a Econe sólo le
importara realmente la vieja misa, con este planteamiento se
convertiría en el mejor protector y abogado de los palmarianos, bien
que involuntariamente. Pues lo que es justo para uno, es justo para
todos.
Si no se ha evidenciado hasta ahora, con los ataques contra el „Papa“
Gregorio y su séquito ya no se puede seguir ocultando la primera
picardía de este lema aparentemente intocable: tampoco a Econe le puede
importar sólo la vieja misa, sino que está obligado a admitir que la
tan citada „vieja“ misa, evidentemente junto con la llamada „nueva“, no
existe en el vacío, sino sólo en el marco de la institución
correspondiente. Todo en mí se resiste a escribir „en el marco de la
Iglesia verdadera“, porque este concepto Econe siempre lo utiliza mal.
Es decir, esta „institución correspondiente“ es para Econe la
organización eclesiástica apóstata. Ergo: el verdadero („viejo“) santo
sacrificio del altar en la organización apóstata, y por supuesto sólo
en ella. Podemos imaginarnos qué „agradable“ tiene que resultarle a
Dios un sacrificio tal ya sólo por este motivo. Pues „sólo la vieja
misa“ hay que completarlo con: sólo en la asociación herética.
Por parte de Econe siempre se insiste en que no se ha hecho ninguna
concesión en el asunto, y con ello se quiere decir que la misa se sigue
leyendo sólo conforme al rito tridentino, por lo que no puede hablarse
de una sospecha de herej˝ía. De momento dejo este asunto aparte. Ya
sólo en este punto, en el que (Econe) reconoce una organización como
Iglesia legítima de Cristo que en lugar del sacrificio ha puesto la
comunión y en lugar de la veneración a Dios la veneración al hombre, y
que por medio de su jefe Juan Pablo II invierte el sentido de la acción
salvadora de Cristo, Econe contraviene la doctrina de la Iglesia sobre
sí misma como institución sagrada.
Sin embargo, el auténtico programa que se esconde tras la exigencia
aparentemente justificada de „sólo la vieja misa“, encierra realmente
otros sacrilegios.
Mientras tanto, todo el mundo conoce la promulgación de Monseñor
Lefebvre según la cual los seminaristas que no reconocen a Wojtyla como
papa y que desprecian el llamado „N.O.M.“ como algo inválido tienen que
abandonar la hermandad. Aquí se revela un punto aún más enorme de este
prgorma, con el que, después de haber apelado a los lastimeros, se
apela ahora a los moderados: en este nivel, „sólo la vieja misa“
significa „también la nueva... por favor“ (al fin y al cabo se es
educado, así que:) por favor, junto con la „nueva“ de la asociación
apóstata. Con ello, aquí no sólo se está despreciando la condición
esencial de la Iglesia verdadera conforme a su santidad absoluta
(primera herejía), sino que con este reconocimiento explícito o
implícito del llamado „N.O.M.“ se deshonra el medio de salvación
central, el santo sacrificio del altar. Aparte de esto, este
reconocimiento significa la admisión de una herejía, y eso ya sería la
número dos.
Habría que detenerse en este punto y recapacitar sobre la monstruosidad
de una postura semejante. ¿Por qué toda nuestra resistencia? Al fin y
al cabo, ¿no éramos tan sólo unos tontos precipitados, bien que de
buena voluntad, pero al cabo sólo rebeldes cismáticos? ¿Por qué los
seminaristas que bajo la obediencia a Lefebvre creyeron ayudar a dar un
nuevo impulso a la vida de la fe y a la praxis sacramental siguieron en
realidad a Econe? ¿Para tomar parte en último término de semejantes
refinados sacrilegios? ¿Bajo capa de hombres religiosos moderados? ¿Son
incapaces de sumar dos y dos para percibir la contradicción en que se
encentran? Y alguno de los creyentes debería preguntarse en serio de
una vez si las consecuencias de sus inconsecuencias, es decir, las
consecuencias de su pereza y comodidad espiritual, su egoísmo de
salvación, propicia realmente la salvación de su alma.
Si por el contrario uno piensa que la exégesis del lema „sólo la vieja
misa“ ha alcanzado su culminación sacrílega en la exposición de la
actitud que se acaba de mostrar y que con ello se ha terminado, se
equivoca. Detrás de los moderados se han escondido los incendiarios.
Uno se acuerda muy bien de cuán „voluntariamente“ se hizo la
incorporación, o mejor dicho, la anexión de los centros misales de
Stuttgart y Reutlingen a esa insaciable hermandad que lleva el nombre
de San Pío X. Tampoco se han olvidado los ataques por parte de Econe a
los centros misales independientes en Múnich, a San Miguel y Santa
Teresa en Ulm, y también a los centros en Basilea y Lucerna. Desde
luego que lo que ahí interesaba, como siempre, era „sólo“ la vieja
misa. Sólo se querían garantizar las tareas pastorales y descargar a
los seglares... de tareas que de todos modos tampoco les corresponden.
Los afectados en cada caso saben de sobra cómo actuaron los señores
Wodsack, Schmidberger, Roch y todos los demás cargos: exclusivamente
con métodos extorsionadores, para los que les habían autorizado y de
los que les habían provisto su jefe y los escuderos de éste. Con ello,
Eco˛ne satisfacía y satisface ampliamente el miope egoísmo de salvación
de los tradicionalistas. Este aspecto muestra la „oferta“ de Econe:
proporcionar „viejas“ misas a cambio de entregar el centro, de
renunciar a la independencia y de aceptar las herejías econistas. ¡Y
ojo con no aceptar la oferta! En seguida se movilizan los teólogos de
turno: claro, la comunidad de San Miguel en Múnich no tiene obispo,
ergo es una secta.
Aquí se utiliza la „vieja“ misa como método decisivo de extorsión
pastoral para reenganchar a los creyentes „reacios“ a la asociación
herética. ¡Y éste es el aspecto que de hecho presenta la muy
deteriorada „renovación en Cristo“! Quien todavía se piense que esto
sucede de modo inintencionado, que se acuerde del robo de centros de
misa, que con toda seguridad fue también „inintencionado“.
Así pues, „sólo la vieja misa“ en boca de Econe significa en último
término simplemente: la vieja misa es el método para enganchar a la
asociación apóstata a creyentes fieles que están en situación marginal.
¿Pues no es verdad que también tú, bravo tradicionalista, quieres
también con toda seguridad „sólo“ la vieja misa? Me ahorro dar una
denominación teológico-moral a este modo de proceder y renuncio a
destacar las últimas líneas con un subrayado.
Pero a todos aquellos que propagan la exigencia de „sólo la vieja misa“
en el ámbito de habla alema-na, ya sean lastimeros, moderados o
incendiarios, yo les alecciono: junto con Econe y sus sucursales en
Zeitskofen, Múnich (Schmellerstraße), Reutlingen, Stuttgart (San
Atanasio), Saarbrücken –y entre tanto también ha capitulado Kassel–,
hay que citar también al párroco Milch, quien ha demostrado no tener el
menor interés en una sincera confrontación (él se ha burlado de las
doctrinas de la Iglesia aducidas contra su concepción denominándolas
sutilidades lógicas –ver la circular del 27 de agosto de 1980–), y a su
organización; a la comunidad de culto Pío V en Friburgo, que siguiendo
a su presidente el señor Erren reconoce a la organización apóstata como
su „Iglesia catóvlico-romana“; a la Dr. Gerstner con su KYRIE ELEISON,
su colaborador el Barón de Schrenk-Notzing (no es verdad, señora
Gerstner: non olet, non olet!). Y por último ahí están también el Padre
Boxler con el Mysterium fidei, el Dr. Küble como jefe de Vox fidei, y
también por supuesto el Prof. Georg May, quien constantemente seniega a
darse cuenta de las más graves falsificaciones en el llamado „N.O.M.“
(si hubiera que juzgar a Hitler sólo a partir de la construcción de
carreteras, habría que considerarlo como un estadista de mérito) y la
UVK.
Después de todo lo que se ha explicado aquí, habría que reflexionar
sobre si a estas personas y agrupaciones se les puede pedir todavía la
administración de los sacramentos.
La Iglesia postconciliar ha capitulado en la „obediencia“. El
tradicionalismo se elimina con la extorsión sacramental: pues él quiere
partout
„sólo la vieja misa“.
(EINSICHT, año X, N° 4, Octobre 1980) |