"SOBRE EL FIN DE LOS TIEMPOS"
S.E. Mgr. Mártin Dávila Gándara
Qui legit, intelligat. "Quien lea entienda"
Jesucristo como padre cariñoso, nos advierte por adelantado de todo lo
que sucederá al fin de los tiempos, para inculcarnos un temor
saludable, para que vigilemos sin cesar y estemos siempre preparados.
Porque nadie sabe ni el día ni la hora. Como nos dice (S. Mateo, XXIV,
46) Bienaventurado el siervo, que cuando viene el Señor lo encuentre
vigilando.
I. Señales precursoras del fin de los tiempos.
Nuestro Señor no quiso decir ni siquiera a los Apóstoles, cuando será
el fin de los tiempos. Mons. Boni escribe: < es cierto que mundo no
durará siempre >. Acerca de este punto aún la ciencia se ve obligada
a confirmar la antigua palabra del Evangelio. Se discute si el mundo
acabará por muerte natural o violenta, si será un día destruido por
cualquier conflicto nuclear o planetario o si se enfriará poco a poco;
pero ya nadie dice en serio que es eterno. De este modo la fe y la
razón están acordes en admitir. Si no la destrucción, ciertamente la
transformación del mundo presente. Sea como sea, acabará. Nuestro señor
habla de las señales de este fenómeno.
1. - Estas señales serán numerosas y
espantosas, todas las criaturas, dice el autor del libre de la
Sabiduría, se armarán y combatirán por la justicia de Dios contra los
pecadores, y servirán de castigo a sus ingratitudes (Sap. V, 18 y 21).
Habrá guerras, pestes, hambres, terremotos y otros cataclismos... El
sol, la luna y estrellas se obscurecerán. Así en la naturaleza entera
habrá indicios de muerte o de próxima transformación. La aflicción será
tan grande, que no la habrá habido semejante desde el principio del
mundo: los hombres se secarán de terror...
2. - Jesucristo se dignó darnos tambiÉn esta señal: el evangelio se
habrá predicado en todo el universo, y todos los pueblos habrán tenido
así la posibilidad de entrar en el seno de la Iglesia.
3. - Al fin de los tiempos aparecerá el Anticristo, que orgullosamente combatirá a Jesucristo y a su Iglesia.
Por su poder inmenso y diabólico, obrará prodigios asombrosos, se hará
Tributar honores divinos y perseguirá cruelmente a los que rehúsen
adorarle. De ahí, una apostasía casi universal.
4. - Enoc y Elías volverán entonces a la tierra a luchar contra el
anticristo: serán muertos por Él, y resucitarán. Esta será como señal
para la conversión de los judíos, quienes arrepentidos de su deplorable
y tan funesta ceguera, por fin adorarán a Jesucristo. Cuando vean
suceder todas estas cosas, deben de recordar de que está cerca el fin
de los tiempos. Esto indica una cosa inminente y casi realizada según
aparece en las S. Escrituras (Gen., IV, 7; Sant., V, 9). Vigilancia,
pues, y oración.
II. Resurrección general.
1. - Llegado el momento fijado por Dios
para la consumación del mundo, enviará a sus ángeles, con la trompeta y
la grande voz. Considerar aquellos días del juicio decía S. Jerónimo,
me estremezco; siempre que veo aquella trompeta sonar en mis oídos;
surge la muerte y viene el juicio.
2. - Al sonido de esta trompeta y al gran clamor de los ángeles, las
almas gloriosas de los escogidos descenderán del cielo y volverán
animar sus cuerpos, con los que habían servido a Dios en esta vida... y
entonces estos cuerpos resucitarán gloriosos, inmortales, impasibles
más resplandecientes que el sol; Entonces los justos resplandecerán,
así como sus cuerpos surgirán sin corrupción y en gloria y en virtud...
así serán los cuerpos espirituales (S. Mateo, XIII, 43; I Cor., XV,
42-44). O feliz penitencia, dirán, que tanta gloria me mereció!. (S.
Pedro de Alcántara).
3. - Las almas de los condenados saldrán del infierno para reunirse con
sus cuerpos malditos, con las cuales ellas habían ofendido a Dios y
merecido su cólera. Pero estos cuerpos, horribles y rodeados de
espantosas tinieblas, serán a la vez pasibles, a fin de poder sufrir
con el alma, e inmortales, para sufrir eternamente, sin tregua ni fin.
4. - Finalmente, se acercarán los ángeles, y separarán a los malos de
los justos; los justos serán colocados a la derecha y gozarán
eternamente; más los condenados, despedidos a la izquierda: entonces
temblarán todas las tribus de la tierra.
III. Conclusión.
Hermanos míos, ¿ en qué lado estaremos nosotros? ¿dónde estarán los
dichosos de este mundo, los que nunca dedicaron un solo pensamiento a
la salvación de su alma? Gritarán desesperadamente: nosotros incesatos!
Hemos errado, dirán a los montes y a las peñas, caigan sobre nosotros y
ocultándose de la cara del que esta sentado a la diestra de Dios;
y de la cólera del cordero (Sap., V, 4 y 6; Apoc., VI, 16). En cambio
los elegidos se alegrarán de haber vivido pobres, humillados,
abando-nados, perseguidos. Bendecirán sus sufrimientos y sus pruebas,
confesando que, en efecto, que los padecimientos presentes, no son nada
en comparación con la gloria recibirán eternamente. ( Rom., VIII, 18).
(Homilía del obispo Dávila leída en Múnich el 25 de Noviembre 2001)
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