PRÓLOGO DEL EDITOR
Su Eminencia Monseñor Ngô-dinh-Thuc, que murió hace más de veinte años,
el 13 de diciembre de 1984, poco después de haber cumplido 87 años, en
un hospital de Carthage/Estados Unidos, intervino de modo decisivo,
como apenas ningún otro, en el desarrollo postconciliar, y determinó la
resistencia contra las reformas heréticas del Vaticano II. Aun cuando
se trató de silenciar en amplia medida su DECLARATIO sobre la
sedisvacancia, que él había firmado en Múnich el 25 de febrero de 1982
tras su huida de Toulon, o de llevarla al descrédito calificándola de
algo que hizo sólo como un favor, lo cierto es que, con esta
Declaración, Monseñor Thuc no sólo otorgó a los partidarios de nuestro
movimiento de resistencia el nombre de „sedisvacantistas“, sino que
también la legó como el único documento al que cabe atribuir
vinculatoriedad eclesiástica, aun cuando „sólo“ fuera redactado ex
caritate y no ex officio.
Por otra parte, con las consagraciones del Padre Guérard des Lauriers o
de los Padres mexicanos Carmona y Zamora el 7 de mayo y el 17 de
octubre de 1981, Monseñor Thuc dio a la Iglesia obispos para salvar la
sucesión apostólica, que había caído en peligro a causa de la
introducción de ritos consagratorios inválidos. Desgraciadamente, hay
que agregar a esto que, en lo sucesivo, ciertos sacerdotes que se
hicieron consagrar obispos no muestran ningún interés en absoluto por
la reconstrucción de la Iglesia, aunque, sin embargo, apelan a la línea
de sucesión de Monseñor Thuc.
El antiguo arzobispo de Hué/Vietnam se lo puso fácil a sus enemigos
para que polemizaran contra él, cuando en 1976, en el Palmar de Troya,
consagró al dudoso visionario Clemente y a otros como sacerdotes y
obispos. Esta debacle, que terminó en un escándalo para la Iglesia
cuando Clemente se hizo declarar „Papa“, le trajo a Monseñor Thuc el
desprecio incluso de sus familiares. Todos trataron de evitarlo. Desde
entonces vivió aislado en Toulon, en condiciones extremadamente
menesterosas, una vez que también fracasó un intento de abrir en Nizza
un seminario sacerdotal ortodoxo.
Donde otros se olieron únicamente irritaciones, nosotros nos
confrontamos con más exactitud con la fundamentación que Monseñor Thuc
había redactado para la administración de las consagraciones en el
Palmar de Troya. En ella, remitía a la situación general de emergencia
que se había producido en la Iglesia, la cual legitimaría también
medias extraordinarias, como las consagraciones mencionadas. Hasta
entonces, ninguno de los prelados conservadores había aportado una
constatación y fundamentación tales. Para nosotros, eso fue el motivo
de entablar contacto con el arzobispo y sondear con él una
colaboración, que luego se llevó a cabo en secreto a lo largo de años.
En el arzobispo, conocimos a un clérigo que conquistaba con su conducta
soberana, con sus visiones claras y con su comportamiento directo. Nos
conmovió en lo profundo que a esta personalidad sacerdotal, con su
prudencia y su tacto, se la hubiera desconocido y despreciado en tal
medida, justamente también en el enjuiciamiento de problemas humanos.
Con la divulgación de las consagraciones sacerdotales y episcopales
administradas en secreto, tuvo que abandonar Toulon huyendo en 1982, a
causa de su persecución. Lo trajimos a Múnich. Aquí pasó unos meses en
una seguridad relativa, respetado por los fieles que podían asistir a
diario a su celebración de la Santa Misa. Nos sorprendió la excelencia
y la amabilidad con la que, estando él mismo en situación precaria,
atendía a sus semejantes, pero también la aguda ironía con la que
consideraba críticamente el mundo que le rodeaba. Sobre todo me
impresionó su increíble energía y su disciplina, que también conservó
cuando se puso gravemente enfermo. Apenas llegado a Múnich, trató de
aprender el idioma alemán... ¡ya con 85 años! Incluso vecinos que no
sabían quién era este anciano, nos contaban qué dignidad irradiaba.
Jamás comprenderé la arrogancia con la que le trataron precisamente
clérigos franceses que, en el tres veces doctor en teología, sólo
querían ver al campesino vietnamita de los campos de arroz, olvidando
qué alta consideración le había mostrado, entre otros, el Papa Pío XI.
Después de que el arzobispo volvió a regresar de Múnich a Toulon, el
obispo Vezelis le ofreció alojamiento en su seminario en
Rochester/Estados Unidos, que, sin embargo, tras una prolongada
estancia, aquél volvió a abandonar. El último año de su vida, Monseñor
Thuc lo pasó como un prelado considerado en un seminario vietnamita en
los Estados Unidos.
Puesto que la autobiografía se interrumpe en el momento en el que
Monseñor Thuc parte para el Palmar de Troya, hemos registrado en dos
apéndices su biografía breve y documentos que marcan las estaciones del
final de su vida, que él mismo denominó su calvario.
Después de que, entre tanto, la polémica y los acusaciones contra Su
Eminencia Monseñor Ngo-dinh-Thuc han enmudecido, espero que la
descripción de su vida que él mismo hizo sea recibida ahora sin
reservas. Doy mi agradecimiento especial a la señorita Elisabeth
Meurer, que hizo la traducción [al alemán].
Ergertshausen, 17 de enero de 2005.
En el nombre del Círculo de Amigos Una Voce e. V.
Eberhard Heller
|